miércoles, 22 de septiembre de 2010

UN ARBITRO DE LEY

HECTOR ESTEVEZ conoce todos los secretos del judo y su voz es respetada.
GASTON DE CARDENAS / El Nuevo Herald
Por PEDRO J. GONZALEZ
El árbitro del combate estira el brazo señalando ippon tras una proyección de uno de los judocas. De pronto recibe una llamada de la mesa y se produce un ensordecedor silencio en la sala, donde se disputa una Copa Mundial de Judo.
El juez principal regresa y rectifica su decisión, el combate continúa y finalmente gana el mejor de los competidores.
¿Qué ocurrió? ¿Cómo supo el árbitro que se había equivocado? ¿Hay alguien que le ayuda a rectificar su decisión?
Y es en ese momento en que nos encontramos al mejor de los árbitros, uno de los 35 jueces que impartieron justicia en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, el cubanoamericano Héctor Estévez, para explicarnos lo ocurrido.
"En la mesa usamos la tecnología, una máquina que repite la acción en cámara lenta cinco segundos después de ocurrir y eso nos permite rectificar la decisión'', comentó Estévez. "Le decimos al árbitro lo que se observa en la pantalla y él toma la mejor decisión, sabiendo que a veces el ojo humano no pude captar un movimiento tan rápido desde todos los ángulos. De este modo gana siempre el que se lo merece''.
El judo, un deporte ancestral, ha dado un paso de avance al convertirse en uno de los primeros en usar los adelantos de la ciencia --después de la Olimpiada de Grecia-- aunque de nada serviría este avance si detrás de la computadora no estuviesen las personas más cualificadas.
"No he dejado de arbitrar, sólo que ahora lo hago desde otra perspectiva. La Olimpiada fue lo máximo en arbitraje y ahora lo hago un escalón más arriba, en la comisión'', comenta Estévez, quien decidió continuar como juez para estar más cerca del tatami. "Los que estamos aquí tenemos que cumplir bien este papel''.
Fue el único juez de Estados Unidos que resultó escogido para impartir justicia en los Juegos Olímpicos y ahora como comisionado de arbitraje trabaja para formar a otros árbitros que lo sustituyan.
"Arbitrar en las Olimpiadas fue algo que nunca olvidaré, nada puede igualar a los Juegos Olímpicos, nada es comparable con la experiencia de China, fue algo impactante'', indicó Héctor. "Para mí fue un gran honor participar como juez en un evento de tal magnitud, visto por tantas personas en todo el planeta''.
Estévez no puede apartarse del judo, por eso cada día acude a practicar al dojo situado en el 4010 SW 98 Ave.
"Este gimnasio se hizo en memoria del profesor Andres Kolychkine Thomson, el fundador del judo cubano, quien llegó desde Bélgica con la misión de propagar el judo en América'', dijo Estévez. "Esta academia en Miami fue abierta por su nieto Pedro Kolychkine con la idea de continuar la obra que inició su abuelo hace 60 años y se llama A. Kolychkine Fundation''.
En la misma, tres días a la semana se practica judo y se dan clases de diferentes artes marciales para todas las edades, dirigidas por cinco profesores de gran nivel. Primero vienen los niños de 8 a 18 años y luego los adultos. Todos practican en categorías libres.
"Los más fuertes son los de la categoría Master, donde hay cintas negras que ya no compiten oficialmente, pero que aún no se han desvinculado'', señala Estévez, quien ganó 10 medallas de oro en esta categoría.
"Yo ya me retiré, pero continúo ayudando, sobre todo en lo que más me gusta, arbitrar''.